Ciudades posibles
Al llegar a Bucarest, decidí que primero conocería sus parques. Así, cada día comencé mis largas caminatas para conocer los más emblemáticos. Por supuesto, el Cismigiu y el Herastrau estaban de primeros en mi lista. Hasta que me encontré con el que ahora considero el más significativo de todos: el Parque Natural Vacarestii (o el "Delta entre los bloques").
Se trata de un parque natural urbano que creció a pesar de los brutales intentos de construir un nuevo embalse en 1988. Para ello, destruyeron todo: las viviendas, así como un monasterio (que también fue prisión), incluyendo los jardines y los campos. Construyeron el dique, pero nunca hicieron el canal que debía traer agua desde el río. En un intento muy torpe por llenarlo, inundaron los barrios. Después, todo se detuvo con la caída del régimen en 1989, quedando en el abandono. Y entre tantas historias, muchas coinciden en que el lugar pasó a ser un vertedero.
Pero con el paso de los años, la naturaleza salvaje se apoderó y la zona se convirtió en un paraíso urbano para las aves, con 171 especies identificadas (así lo informó el geólogo Florin Stoican en 2021). Los sauces crecieron y los juncos se expandieron, transformando el paisaje. Incluso aparecieron nutrias.
En 2016, gracias a una campaña de cuatro años por parte de un equipo de especialistas (que pasó a ser la Asociación del Parque Natural Vacaresti), el Vacaresti fue decretado área natural protegida. Aunque después perdieron la gestión del parque, la Asociación sigue luchando por su conservación. Son mis héroes.
Desde que visité por primera vez este parque, entendí que sería escenario donde La primera toma seguiría su curso, dando así inicio a Ciudades posibles. Pero es el mismo lugar el que me pidió ser prudente, conocerlo con calma, sin dejarme llevar por mis primeras impresiones. Las prisas son también una forma de destruirlo todo.
Ciudades posibles, un proyecto autoral de Amada Granado.